top of page

Me Sumergí en un Hormoniverso Místico y Algo en Mí Despertó - Camille Austin

  • Foto del escritor: Fercci Lindheimer
    Fercci Lindheimer
  • 21 may
  • 5 Min. de lectura

Actualizado: hace 7 días

Pasé cuatro días en Puerto Escondido, un lugar que respira magia, envuelta por el sol, el mar y el viento, al lado de mujeres que llegaron como desconocidas y partieron como espejos. Éramos mujeres de distintas edades y caminos -algunas madres, hijas, casadas, divorciadas, algunas de Colombia, Venezuela, México, Argentina, Puerto Rico- pero todas unidas por un llamado común: el anhelo de reconectar con nuestra esencia, nuestras raíces, nuestros ciclos. De la mano de FERCCI, en este universo creado con amor y propósito por Cinthia Lindheimer, cruzamos el umbral hacia algo más grande que nosotras mismas: el Hormoniverso.


Un espacio donde las hormonas no son enemigas, sino nuestra brújula. Donde la naturaleza cíclica de nuestro cuerpo es un poder, no una carga. Donde somos recordadas que somos tierra, somos agua, somos luna y sol, y cada parte de nosotras tiene un propósito sagrado.


Fercci eligió Pineapple Mansion como nuestro santuario por su energía viva y colorida, donde cada habitación - bautizada con el nombre de un templo - nos recordaba que estábamos entrando en un espacio espiritual, listo para la transformación. La primera noche, bajo el cielo oaxaqueño, fuimos recibidas con una cena vibrante, preparada por el talentoso chef colombiano Julián Aristizabal. Alimentos vivos, que saben a raíz, a tierra, a verdad. Pero antes, un ritual al atardecer: un baño en el mar para soltar lo que ya no queríamos cargar, mientras la luna llena en Virgo asomaba su rostro, anticipando el cambio y la evolución.



En esos días, hubo prácticas de “Noga”, esa alquimia que mezcla yoga y presencia con consciencia en movimiento. Elixires de jengibre y frutos despertaban nuestro cuerpo y espíritu y cartas escritas a nuestras almas nos elevaron la conciencia. Cuando Fercci nos susurró que era tiempo de escribir, rozé la pluma contra el papel y algo en mí despertó:


“Me siento agradecida, porque aunque el cambio y la transformación a veces duelen, todo lo que he deseado en la vida me está empezando a llegar cada día. Yo estoy creando mi propia realidad. Tengo una familia especial y abundante que me quiere. Entiendo que la luz que llevo dentro no se apago, solo estaba brillando bajito… Hoy suelto el miedo para convertirme en quien realmente soy y quien debí ser. Mi alma es de México para el mundo y mis emociones existen para compartir magia con los demás.”



Entre silencios y revelaciones, Mafer, una de las hermanas en este viaje, compartió una frase que quedó resonando en mi, “No podemos ver la luz sin estar en la oscuridad.”Y yo he estado ahí, en la oscuridad, en esa búsqueda profunda de autoconocimiento. Pero este viaje fue una invitación a recordar que la luz también es parte de mí.

La noche antes de la luna llena, Fercci nos pidió escribirle a ese espacio interno donde aún se escondían miedos. Y escribi:


“Estás soltando ese miedo a ser tú, quien realmente eres. Ya no sientes dolor por lo que te pasó ni por los que te hirieron. Solo sientes felicidad y alegría pura porque estás aquí en la tierra, viva, respirando y siendo quien eres. No solo eres suficiente, eres luz y guía para otros buscando su camino. El mundo te necesita, necesita tu llama, tu pasión, tu profundidad y compasión. Al ser tú, ayudas a otros a ver quiénes son ellos.”


Cuando la luna llena finalmente brilló sobre nosotras, me encontré introspectiva, un poco cansada, como si mi cuerpo y mi mente estuvieran soltando capas viejas. 2025, el año del 9, es un tiempo de cierres de ciclos, como nos recordó nuestra numeróloga Lucía Ortega Iannini. Siento las placas tectónicas de mi vida moviéndose. Pero esta vez, duele menos. Estoy más preparada.


Uno de los momentos más profundos fue el ritual del Temazcal guiado por Angélica y Jetzael. Admito que no tuve el valor de entrar y quedarme dentro, pero observar a mis compañeras sostenerse y atravesar las 6 puertas me dejó una huella. Al final, como nos recordaron nuestros guías, todas somos hijas de la Tierra, y al entrar a su vientre cálido y oscuro, las hermanas volvieron a conectar con esa esencia primitiva que nos une al universo entero. Mafer, al salir transformada, me dijo: "Tú algún día entrarás."


Fercci nos regaló un collar de cuarzo rosado y amatista con un loto, símbolo de renacimiento. Y así me siento: renaciendo. Ella nos compartió, "Todas somos animales, y todos los animales tenemos un ciclo. La vida necesita que sigamos vivas para la progresión humana. El Hormoniverso es una mezcla de ciencia, mística, naturaleza y cocina que nos ayuda a renacer."



Durante el retiro, tuvimos la oportunidad de escuchar al reconocido Dr. Páez, quien nos recordó que nuestro ciclo hormonal es un quinto signo vital. Que dormir bien, moverse, nutrirnos con alimentos vivos y cuidar nuestro intestino son actos revolucionarios de amor propio. El chef Julián, al cerrar el retiro, nos enseñó sobre la economía circular y la importancia de comer local, de honrar el alimento en el lugar que estés, de agradecer cada bocado. Y mientras despedimos el sol de nuestro último día, alrededor de una mesa grande, compartimos pinceles y lienzos en una danza cíclica: cada trazo que iniciamos era recibido y transformado por las manos de otra mujer, llevando consigo la esencia de todas. Al final, cada lienzo volvió a nosotras, cargado de magia colectiva.


Y aunque me llevo toda esta sabiduría, lo más poderoso fue la conexión: catorce mujeres que llegaron como extrañas y partieron como hermanas. Entre ellas, Lucía, nuestra numeróloga, dejó en mí una semilla tan profunda que supe que mi siguiente paso sería viajar a Chiapas para seguir explorando mis números y mi destino.

La última mañana, Fercci nos pidió escribirle a nuestra diosa interior, y fluyó de mí:


“A la que vive en mí, a mi niña: ese miedo ya no es tuyo, ya no te pertenece. Tú eres libre, eres divina y existes para hacer el mundo mejor. Tú, como otras, tienes poderes mágicos. Tus emociones son tu superpoder. Con ellas ayudarás a que el mundo sienta más; más amor, más misticismo, más magia.”


Este Hormoniverso en Puerto Escondido me enseñó que la transformación no es luchar contra las olas, sino fluir con la marea, como la luna llena que ilumina el océano sin esfuerzo, moviendo las mareas en su propio ritmo sagrado.



Regrese a casa renacida. Y con el corazón abierto, el alma nutrida y la certeza de que, como dice el proverbio zapoteco, “Che’e’ xaa’ ba’a: El sol no se oculta en el cielo, y dentro de mí, tampoco.”



Nota por Camille Austin AKA La Loba Musa https://www.instagram.com/lalobamusa/

 
 
 

Comentarios


bottom of page